Una picea para un principiante - Picea glauca conica
Como seguro que nos pasó a todos, es ver una pícea de esas que venden en
los viveros, con la típica forma de árbol de navidad, y pensar: "en
cuatro días monto un bonsái de impresión con esto". ¡Pero qué ilusos
somos cuando empezamos!
Primero, que estas píceas son extrañas, en el sentido que andan a su
bola. A lo mejor las maltratas de mala manera y siguen creciendo como si
nada, pero lo más normal es que deseemos hacer todo rápido, rápido y
entonces... D.E.P. un árbol menos en nuestra colección. Por lo que he
observado es mejor ir paso a paso, una cosa cada vez hasta que las
tengamos bien establecidas y acostumbradas a nuestras andanzas
bonsaísticas.
Otro punto en contra: normalmente vemos muchas ramas en estos árboles
tan bonitos, pero la mayor parte no vamos a poder usarlas, sobre todo,
que es lo habitual, el doble ápice que presentan, por lo que tendremos
que efectuar un corte de grandes proporciones para dejar un solo tronco.
Además, hay que alambrar y alambrar, pues las puntas de las ramas
tienen una tendencia muy fuerte a crecer en vertical. Para solucionar la
tendencia de las ramas a crecer en vertical no recuerdo donde había
leído que al alambrar (siempre en período de reposo) y posicionar las
ramas se hiciera un pequeño giro en la base que mantendría la rama en
posición.
Pero bueno, una parte de nuestra afición es ir probando con diferentes
materiales e ir superando esas dificultades que se presentan hasta
conseguir transformar un patito feo en cisne.
Naturalmente, si escribo éste árticulo es porque yo también caí, no una sino
varias veces en la tentación de comprar una de estas bonitas Picea glauca conica.
Los primeros intentos fueron un desastre. El primero un intento de
formación en el que me quedé casi sin ramas y lógicamente procedí a
trasplantar en el mismo acto de asesinato... porque eso fue a la postre
(mejor una pícea de vivero que un yamadori centenario, para que nos
vamos a engañar).
En el segundo intento todo iba bien, hasta que alambré y retorcí las
ramas cuando no debía. No la salvó ni la caridad... también se nos
mueren árboles. Ahora intento primordial mente que no se mueran, la
formación y demás trabajos pueden esperar.
El último intento, aprendiendo de los errores pasados, parece que va
bien, pero lento, muy lento... Lo había comprado hace menos de un par de años y su estampa era la típica,
con buen grosor y cantidad de ramas
Esta vez me sujeté y procedí a la poda y alambrado un mes después, con
el árbol ya un poco aclimatado y en la época adecuada, pleno y frío
invierno, propio para hacerle un pelado como le hice
Lógicamente, de trasplantar nada, no iba a tropezar otra vez en la
misma piedra. Aguardar el engrosamiento de las ramas y el cierre de las
heridas, dos bastante grandes, la del corte de la rama que creaba un
doble ápice y la del ápice propiamente dicho. Los dos cortes quedaban
por detrás del tronco. Al final me darían problemas.
Su brotación en primavera... bien... pero no buena. En febrero casi ni se apreciaban las nuevas yemas.
Así se mantuvo gran parte del tiempo, con brotes fuertes, pero no en
cantidad, ni se veía tampoco una excesiva cantidad de yemas nuevas. En
verano del año pasado descubrí el motivo: los cortes de las ramas.
Cuando la podé empleé una pasta selladora común, de las que venden en
tiendas de productos hortícolas, que era la que tenía en aquel momento.
Como resultado la pérdida de resina era abundante, provocando un
debilitamiento general del árbol, que si no lo atajaba, posiblemente
acabara con él. Después de limpiar las heridas de selladora y resina
apliqué pasta selladora japonesa especial para coníferas y, realmente,
el cambio fue espectacular en poco tiempo, en cuanto a color de las
acículas y vigor en general (también ayudaron unas pulverizaciones con
glucosa, mano de santo).
En primavera de este año ya me planteé el trasplante, muy conservador,
sin castigar demasiado las raíces. Aunque parezca seca, por el color de
las acículas, se apreciaban gran cantidad de yemas nuevas.
Y su estado el mes de junio
En invierno volveré a alambrar para colocar el verde y haré alguna
sustitución de ápices de ramas, pero con calma, sin trasplantarla hasta
dentro de tres o cuatro años. El bonsái hay que planteárselo con
paciencia.
Texto y foto: buxán