Esquejado pino negro japonés - Pino thumbergii



En este post, voy a intentar enseñaros los primeros pasos de vida de unos plantones de pino negro japonés, o Pinus thunbergii. Ésta es una de las especies de pino más usada como bonsai porque es resistente, es de acícula corta, y es japonés. También lo he probado con pino carrasco (Pinus halepensis) con óptimos resultados, e imagino que funcionará con el resto de especies de pino.

El primer paso es proceder con las semillas. Las dejo hidratándose en un vaso con agua dos días, y las siembro directamente. Hay gente que recomienda estratificarlas; yo nunca he estratificado semillas de pino y suelo tener porcentajes de germinación aceptables para mí (entre 30-60% en semillas de internet, casi un 90% o más en semillas recogidas en el monte).


Al tiempo (alrededor de un mes, a veces algo más) los pequeños pinitos empiezan a salir, y unos días después se desprenden de la semilla mostrando los cotiledones en forma de aguja. Aquí podemos ver pinitos con hojas (acículas) verdaderas y todavía con los cotiledones. Llega un momento en el que cambia el tronco de color (de verde a rojizo); este momento es el momento ideal para hacer el esquejado.

¿En qué consiste el esquejado? 

El esquejado consiste en, simplemente, hacer un corte recto por encima de las primeras raíces del pino, plantándolo así. Esto provoca que el plantón, con las reservas que tiene todavía de semilla, se vea forzado a sacar nuevas raíces, y a diferencia de la típica raíz pivotante de los pinos, provocamos la generación de raíces radiales y planas.

Esta técnica es agresiva y debilita al plantón, por lo que puede que alguno no lo resista (aunque suelen aguantarlo bien si se hace en el momento adecuado). También tiene otro efecto secundario, y es que durante el año siguiente crecen muchísimo menos respecto a uno sin esquejar. Si estamos intentando sacar un bonsai de pino desde semilla, prisa lo que es prisa no tenemos, así que es algo planteable.

Aquí tenéis el ejemplo de los plantones: sacamos del semillero con relativo cuidado, ponemos en agua, afilamos herramientas, cortamos, hormonamos con hormonas en polvo (sí, las caducadas), y sembramos en el nuevo semillero donde se pasarán, por lo menos, un añito. Este semillero es una antigua caja de fresas de madera, de donde he sacado media hora antes unos plantones de P. halepensis esquejados el año pasado, y donde pude apreciar que el sustrato tenía micorrizas. Por ello, reutilizaré este sustrato (mezcla de akadama y turba) echándole algo de Kiryuzuna recién comprada, para que las micorrizas puedan ayudar a la recuperación.


Cortamos el tallo por encima de las raíces:

Plantados ya en su nuevo semillero

Después del plantado, regamos en abundancia y los dejamos a la sombra unos días, poniéndolos al sol poco a poco. Veremos que están una temporada parados sin hacer nada, pero lo más interesante está ocurriendo bajo tierra. Poco a poco iremos viendo cómo empiezan a volver a crecer muy lentamente, quizá alguno muera, pero los que no lo hagan nos darán una alegría en el siguiente trasplante.

Alguno os preguntaréis... ¿Funciona la técnica? Aquí tenéis un par de ejemplos de los pinitos carrascos esquejados el año pasado, uno recién sacado y el otro con las raíces ya recortadas. He trasplantado 5, los 5 tenían más o menos el mismo aspecto


Por último, huelga decir que la técnica que voy a explicar ahora no es mía, se utiliza en Japón desde hace siglos, y está descrita en varios foros de manera magistral.
Vía: mundobonsai.net

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